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Uruguay: La estrategia del mayor generador per cápita de basura electrónica

Autor: Jhorman Zavala

El país sudamericano no solo destaca por su gestión social y ambiental, sino también por la accesibilidad a la tecnología de dispositivos de telecomunicación o electrodomésticos lo que ha impactado en el aumento de desechos electrónicos.

Uruguay es sin dudarlo uno de los países más sostenibles de Sudamérica. No solo es el único cuya matriz eléctrica ha impulsado las energías renovables, sino también su capital Montevideo destaca por su planeamiento ante el cambio climático.  Sin embargo, figura primero como el país que más residuos eléctricos y electrónicos (RAEE) genera en Sudamérica, con 11.5 kg por cada persona en 2019.  ¿Cómo han llegado a esta cifra?

¿Cómo reciclar basura electrónica en Uruguay?

Federico Rodríguez, Gerente de NewLife E- Waste Recycling, señala que el principal problema es que la gente no reconoce cuándo un objeto deja de ser útil, y, sobre todo, dónde realizar su descarte.

“Mucha gente nos llama y dice: tengo una lavadora, una secadora, una licuadora y no sé qué puedo hacer con ella. Nosotros recibimos ese material, no les cobramos y nos hacemos cargo de que tenga un procesamiento adecuado”, señala.

En esta empresa, encargada del acopio y desensamblaje de basura electrónica, manifiestan que existen muchas dificultades dentro de las compañías uruguayas de reciclaje para gestionar la gran cantidad de residuos generados. De las 40 mil toneladas de RAEE en un año, las compañías de reciclaje alcanzarían a reaprovechar un 5%, es decir solo 2 mil toneladas.

En gran parte, se debería a la falta de sensibilización del sector empresarial y de la población. Y si le sumamos las dificultades logísticas ocasionadas por la pandemia, el panorama es aún más retador.

“Hacer la gestión de residuos electrónicos pasó a un nivel muy bajo. La prioridad de las empresas se convirtió en sobrevivir”, indica Rodríguez.

¿Cómo se reaprovechan los residuos electrónicos?

El destino actual de los RAEE es variado. Unos son reciclados como chatarra, de otros se reaprovechan las placas o componentes metálicos y algunos son reacondicionados para que vuelvan a funcionar.  Sin embargo, también en casos especiales pueden ser exportados a empresas europeas o asiáticas, que cuentan con la capacidad de desensamblarlos correctamente. El destino de luminarias, televisores, monitores CRT o tóner de impresoras, por ejemplo, es acabar en empresas uruguayas especializadas, que procesan estos residuos altamente contaminantes.

Acopio de RAEE, Newlife.

Para el gerente de Newlife, la razón del por qué las empresas de reciclaje solo logran captar el 5% del total disponible en Uruguay se debe a un tema cultural. “Mucha gente tiene una computadora o una impresora que deja de funcionar, y creen que eso vale dinero. Ellos pretenden que venga alguien y se los compre, para que puedan deshacerse de sus residuos” indica.

Esto genera que las personas no sepan qué hacer con estos RAEE. Por ello no es raro encontrar dentro de las casas una impresora vieja en un estante, o varios celulares antiguos dentro de un cajón, a la espera de que aparezca el mercader de la basura.

Otro problema común es que las empresas uruguayas no están obligadas legalmente a deshacerse de los residuos eléctricos, por lo que terminan almacenados por un largo tiempo. “Es muy común para nosotros (Newlife) encontrar toneladas de residuos electrónicos acumulados por 3 o 4 años en las empresas. No está claro la necesidad de hacer una gestión correcta y como no hay penalidad por no gestionarlos, terminan almacenados” indica Rodríguez.

La otra cara del progreso

En estos últimos años el consumo en Uruguay ha crecido. El último informe de la Cámara de Economía Digital de Uruguay señala que el 2020 un 59% de uruguayos compró artículos de electrónica o electrodomésticos por internet.

El acceso a estos productos es cada vez más fácil y si le sumamos que el  80% de la población está bancarizada, los financiamientos resultan más accesibles. Con ello, existe un potencial al alza en la compra de artículos eléctricos y electrónicos que pasados los años terminarán como residuos. “Cada año mucha gente cambia de celular porque el anterior le queda lento, no tiene capacidad suficiente o no le entra una aplicación” enfatiza Rodríguez.

El gerente de Newlife también apunta que en Uruguay existen programas sociales de acceso a la tecnología muy positivos para la población. Sin embargo, sin un correcto plan de gestión, estos podrían convertirse en residuos no recuperados.

Arreglando los cables

Existen muchas aristas desde donde tratar este problema. Una de ellas resulta de la eficiencia del entorno empresarial. Rodríguez comenta que las compañías tendrían que migrar su data a servidores en la nube. Así se obviaría la necesidad de tener grandes equipos que se desgasten con el paso de los años y utilicen menos recursos. La otra forma es la sensibilización al usuario final de la correcta valoración y disposición de residuos electrónicos y los puntos donde lo pueden depositar.

Desensamblaje de una laptop, Newlife.

Sin embargo, nada de esto se podría lograr sin políticas públicas que lo respalden. La reciente creación del Ministerio de Ambiente en Uruguay (antes los procesos ambientales iban por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente) configura un panorama prometedor para los RAEE en este país sudamericano. Se habla mucho de cerrar el año con una normativa más específica para estos residuos que complemente la Ley de Gestión Integral de Residuos.

Rodríguez indica que dentro del grupo multisectorial uruguayo que trabaja este tema, se proyecta una solución. Se crearía una entidad adscrita al Ministerio de Ambiente que recepcionaría los RAEE y los distribuirá entre las empresas recicladoras. Esta entidad pagaría a las empresas recicladores según la cantidad que estos puedan reciclar y reaprovechar.

Un punto a favor es que, si el residuo está contemplado en la lista de aquellos que funcionan en los entornos domésticos, las empresas que lo producen no tendrían que asumir todo el costo de la cadena de reciclaje. Bajo esta catalogación, el organismo encargado recolectaría de forma gratuita estos residuos del consumidor final.

Esto se financiaría con una tasa impositiva especial en importación o producción. Con ello el precio final al consumidor se incrementaría, pero a cambio de una adecuada gestión de estos residuos peligrosos. La normativa vendría con la creación de una ley REP (Responsabilidad Extendida del productor).

La clave es la concientización a las personas. “Si mañana encuestamos en la calle y les preguntamos a la gente si cree que su computadora será un residuo peligroso, el 100% dirá que sí. Tenemos claro de la peligrosidad de la mala gestión de los residuos, el problema es que a nivel social no se han puesto a disposición las formas adecuadas para desprenderse de estos materiales” enfatiza el gerente de Newlife.

Además, indica que existe la necesidad de un sistema sencillo para que la gente pueda disponer adecuadamente sus residuos electrónicos en desuso. “Si no le acercamos los puntos de acopio a la gente, no vamos a tener un avance significativo por más ley que se elabore” finaliza Federico Rodríguez.

Conoce más

Newlife E-Waste Recycling

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Federico Rodríguez, Gerente – Newlife

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