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¿Se puede hacer ganadería sostenible en Argentina?

Autor: Jhorman Zavala

La oportunidad para establecer una ganadería ética, libre de deforestación y conversión de tierras en Argentina tiene un gran potencial en el manejo sostenible de los pastizales.

La carne vacuna es un elemento bandera para la identidad argentina. Toda la industria cárnica es un importante factor de exportación argentino, y una tradición culinaria muy perenne en sus hábitos de consumo.  No por nada, en 2019 esta industria exportó 3 192 millones de dólares.

El problema es la deforestación y degradación de tierras asociada a la crianza de ganado. Este factor junto a la emisión de metano producto de la digestión de los bovinos, hacen imperativo la implementación de estrategias de mitigación de los gases de efecto invernadero (GEI) producidos por esta industria.

Por ello en este país sudamericano han visto la necesidad de migrar a una ganadería vacuna sostenible. Esto sería una opción que les ofrece más rentabilidad, pero sobre todo es una alternativa para atender a un consumidor cada vez más consciente sobre los efectos del cambio climático y pérdida de la biodiversidad.

La fundación Vida Silvestre Argentina, quienes vienen trabajando hace 20 años en promover opciones de ganadería sostenible, han identificado en la zona de los pastizales de llanura una gran oportunidad para poder aplicar modelos de sostenibilidad en la cría de ganado vacuno.

Este ecosistema de pastizal o pampas ocupa un aproximado de 750 000 km2 entre Argentina, Brasil y Uruguay. Además, tiene la ventaja de ser muy fértil y plano, por ello, en los últimos años se ha visto muy afectado por la actividad humana. Y es que algunos ganaderos de esta zona reemplazan la flora local por pastos destinados a la ganadería o se cultiva especies no nativas.

Sin embargo, para Fernando Miñarro, Director de Conservación de Vida Silvestre, la ganadería en pastizales podría ser más sostenible. Para ello, esta no debe adaptar su ecosistema a la crianza de animales, sino “entender cómo funciona el sistema natural y en base a eso adaptar el manejo de la actividad ganadera”.

Además, un detalle fundamental para producir una carne sostenible es que en todo su proceso “No debe convertir bosques y pastizales. Debe tener bajas emisiones de GEI, y la producción de sus alimentos no debe competir con la producción de alimentos para los humanos, señala Pablo Preliasco, experto en ganadería sostenible de Vida Silvestre.

¿Cómo lograrlo?

Adaptar el animal al ambiente

Los expertos indican que el gran problema con la ganadería industrializada es que la mayoría de su alimentación está hecha a base de granos. Los cultivos prioritarios de Argentina son la soja, con el 43%, y el maíz con 23%. En Vida Silvestre indican que gran parte del cultivo de soja y maíz se destina a alimentar pollos, vacunos y cerdos en los países compradores. El gran problema es que compiten por las tierras de cultivo con la alimentación de humanos.

“Las clases medias del mundo, en especial en Asia han incrementado su demanda de carne. Y para producirla se necesitan grandes cantidades de alimentos cultivados. La vaca tiene una gran capacidad de convertir la celulosa de los pastos en proteína, por lo que es fundamental disminuir los granos en su alimentación”, indica Preliasco.

Por ello, ambos entrevistados coinciden que la alternativa industrializada de ganadería bovina sostenible en pastizales debe utilizar eficientemente su entorno. Pues geográficamente esta zona tiene una capacidad regenerativa y resiliente en su flora nativa. Por lo que aplicar un modelo de pastoreo controlado es una posibilidad real. Todo esto teniendo en cuenta la extensión de terrenos que esta institución ha identificado que poseen la mayoría de productores de carne vacuna a gran escala.

El pastoreo controlado consiste en dividir el terreno donde pasta el ganado en varios ambientes definidos con cercos. La rotación se hará según la estación o disponibilidad.

Así, el periodo de descanso permitirá que la vegetación se regenere naturalmente, se abone con el desecho vacuno y se pueda repetir el ciclo meses después cuando sea necesario. Miñarro señala que esto “evita el sobrepastoreo en una zona que con otro sistema sería mucho más difícil de recuperar. Esta es la forma de tecnificar el proceso hacia uno más sostenible y donde los vacunos conviven con la vida silvestre”.

Este pastoreo permite establecer con la mínima inversión de recursos, estrategias de aprovechamiento de suelos, alimentando a las vacas con una mayoritaria dieta vegetal. Así, esta no competiría en su producción con la alimentación humana.

Según estos profesionales de Vida Silvestre, para implementarla solo basta poner alambrados de un hilo eléctrico, cuyo precio es bajo en el mercado. “Estar encima del proceso es el mayor coste y el que más limita la adopción de la sostenibilidad” comenta Preliasco.

Eficiencia vacuna

Miñarro y Preliasco señalan que, para brindar un trato ético y adecuado a la vaca, se debe darle la mejor alimentación y calidad de vida en su ciclo productivo. Esto se logra mejorando su eficiencia, de forma que se evite que padezcan enfermedades venéreas. Y además se pueda mejorar su alimentación en el periodo que dan de lactar, para disminuir el índice de desnutrición y pérdida.

Para ello, Preliasco comenta que lo óptimo es tener sostenibilidad entre el stock de la granja, el uso del terreno y cantidad de recursos disponibles. Por ello,  la vaca destinada a la industria cárnica debería lograr tener un ternero por cada año de vida productiva. Esto contrapesaría la ratio de mortalidad por desnutrición o por enfermedades en la reproducción, que ocasionaría un desbalance ecosistémico.  Esto mejora “no solo las condiciones del ambiente, sino también los resultados productivos y los resultados económicos” comenta Miñarro.

Carne sin culpa

Los expertos de Vida Salvaje señalan también la gran responsabilidad del consumidor para escoger en el mercado una “carne sin culpa”. Según indican, esta es una carne que garantice los requerimientos de sostenibilidad que ellos intentan promover. Para ello, se puede comprar carne que cuente con certificaciones orgánicas o de procedencia sostenible, como la Carne de Pastizal. O también la carne libre de deforestación y conversión.

Un factor que destaca su importancia es que el mercado de exportación de carne vacuna argentina supera los 3 mil millones de dólares. A esto hay que sumarle que los argentinos son los mayores consumidores de carne del mundo, llegando a los 50 kg per cápita. Por ello, Vida Silvestre indica que concientizar la decisión de compra del consumidor es un deber fundamental.

Los entrevistados coinciden en que volver al mundo vegano es un imposible por la situación actual del mercado y las costumbres alimenticias. Sin embargo, se puede incrementar en la dieta humana las verduras y sobre todo garantizar la trazabilidad de la carne que se consuma. De esta forma se puede tener la seguridad que no haya sido producida a costa de la deforestación o la conversión de los valiosos pastizales naturales. Y es que la producción de carne sostenible es una realidad cada vez más necesaria.

Conoce más

Fundación Vida Silvestre Argentina

Redes Sociales: Facebook Instagram

Fernando Miñarro, Director de Conservación – Fundación Vida Silvertre

Mariana Lombardi, Comunicaciones – Fundación Vida Silvertre

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