Alternativas al consumo de carne surgen con más frecuencia en distintas partes de Latinoamérica y los insectos toman mucha fuerza, demostrando que se puede ser rentable, comer bien y salvar al planeta.
Para el 2050 seremos 9 mil millones de personas sobre la tierra. 1200 millones más de seres humanos que necesitaremos un espacio donde vivir, un lugar donde desarrollarnos y sobre todo un plato de comida sobre la mesa. La sobrepoblación nos ha llevado a un agotamiento de recursos naturales que ha contribuido a la crisis climática. ¿Qué podemos hacer?
La entomofagia o consumo de insectos es una alternativa que cada vez se aleja de lo exótico y se internaliza como una opción real para alimentar a la humanidad. Los grillos son una alternativa ecoeficiente y de crianza accesible en distintos países. Sin embargo, los retos aún son grandes para incluir a este insecto en la dieta diaria.

La eficiencia ambiental de los grillos
Si hay una alternativa nutritiva y revolucionaria a la carne, es sin duda el comer grillos. México es un país culturalmente asociado al consumo de chapulines (grillos), pero este consumo no es masivo. Un grupo de empresas buscan que así sea, no en su presentación tostada, sino como polvo proteico, con un excelente valor nutricional.
Una porción de grillos lleva un 30% más de proteína que la opción cárnica. Además, para producirla se utilizó 12 litros de agua por cada kilo de grillos. En contraposición, solo para producir un kilo de carne de vaca se necesitaron 15 mil litros de agua. Es decir, para una vaca adulta de 400 kg se necesitaría llenar dos piscinas olímpicas. Todo esto sin considerar que las vacas producen 100 millones de toneladas al año de metano en sus flatos, contribuyendo al calentamiento global.
¿Estamos enfocando correctamente nuestros recursos?
El futuro es crocante
Para Aldo Cisneros, socio fundador de Crickex, el interés por la proteína a base de insectos ha crecido exponencialmente en el mercado europeo y estadounidense. Sin embargo, el mercado latinoamericano es todavía reticente. Y es que existe una aversión social a comer insectos, a pesar de haber estado presentes en la dieta de varias culturas precolombinas, como las ubicadas en México.
Esta empresa de origen mexicano no solo se encarga de la producción de proteína a base de grillo, sino en la construcción de granjas de grillos para los empresarios interesados en apostar por esta industria.
Las granjas de grillos son criaderos especializados donde se controla todo el ciclo de vida de los insectos, desde su nacimiento, reproducción y cosecha. Después de 7 semanas de crecimiento, los grillos alcanzan el tamaño suficiente para ser deshidratados, triturados, y luego convertidos en polvo proteico que se puede vender al público.

“Probarlo puro sabe a nuez tostada, pero cuando lo mezclas pierde su sabor. Esto permite añadirlo a cualquier comida, como pasta, batidos o galletas” indica Aldo Cisneros. Él confiesa con orgullo comer al menos 10 grillos al día, para testear la calidad de producción de su granja y mejorar sus hábitos alimenticios.
Sin embargo, la legislación mexicana no contempla aun el potencial de mercado de los grillos, por lo que todavía resulta un reto la exportación, o la producción masiva. Sin embargo, Cisneros confía que esto mejore en los próximos años. Y así se permita también incentivar un mercado de producción de proteína a base de mosca soldado o larvas de tenebrios, dos insectos con similar ecoeficiencia.
La alternativa sostenible
Hay data que señala que existen 400 especies de insectos que se comen con relativa frecuencia en México. Para los grillos hay 54 variedades comestibles, pero solo dos son las más populares. El problema es que el consumo de insectos en muchos casos se realiza en comunidades tradicionales, o como un bocadillo exótico.
Distintos expertos consultados son enfáticos en señalar que la concientización es clave para migrar a una dieta más sostenible. Y quizás no sea la generación actual, pero sí la siguiente, la cual tendrá que incluir los insectos en su dieta diaria. Pues se verán poco accesibles las opciones que hoy se consideran tradicionales.

Un dato de igual importancia es que el consumo de carne ha crecido según ha aumentado la población que es capaz de permitirse comprarla para su consumo diario. Distintas proyecciones señalan que, para los próximos años, el consumo per cápita se podría duplicar en algunos países desarrollados. Sin embargo, las condiciones ecológicas no permitirían incrementar el stock de ganado para sostener este consumo.
Por ello, incentivar alternativas de producción sostenible de alimentos resulta fundamental para garantizar nuestra supervivencia como especie. Y mejor aun si esto genera rentabilidad a quienes decidan apostar por este sector.
Y es que versatilidad del producto y el rápido retorno de la inversión garantizan un atrayente mercado para inversores pequeños y grandes en grillos. Cisneros calcula que una inversión de 150 mil USD para una granja de 800m2 tiene un retorno entre 1 a 2 años con las condiciones de mercado adecuadas.
Además, existe un potencial de escalabilidad que, mientras más grande sea el terreno, más rápido será el retorno de inversión. “Estas alternativas son una opción muy viable. La gente va a buscar en el futuro otras formas de alimentarse, y los grillos serán la mejor opción” finaliza.
Conoce más
Aldo Cisneros, Socio Fundador – Crickex