El aumento de la conciencia ambiental y la cantidad de empresas que ofrecen utensilios ecoamigables presenta un panorama esperanzador para Perú en la reducción de plástico, si se toman las decisiones políticas y empresariales que los favorezcan.
¿Cuánto plástico hay en Perú?
Cada día Lima, la capital del Perú, produce 886 toneladas de residuos plásticos. Según el Ministerio del Ambiente, esto representa el 46% de desperdicios plásticos de todo el país. Entre botellas de plástico, envases usados y bolsas de un solo uso, encontramos también los cubiertos de plástico. Tenedores, cucharas, cuchillos, platos de plástico, que son muy baratos, muy fáciles de comprar y a la vez representan un enorme peligro al medio ambiente

Un solo tenedor de plástico esperará 400 años antes de descomponerse por completo en un relleno sanitario. Otro de sus posibles destinos es llegar al mar, aumentando el tamaño de las dos islas de plástico que encontraron en el océano que comprende a Perú y Chile (con una superficie de 2.6 millones km2, el doble del tamaño de Perú). Es posible también que este tenedor regrese a nuestra mesa, pero no reutilizado, sino dentro de un pez que tuvo la desdicha de comerlo accidentalmente.
En agosto del 2019 se promulgó la ley 30884 en Perú que daba 36 meses de plazo para que en el país ya no se utilicen más bolsas plásticas, envases de Tecnopor y utensilios de plástico. Aquí se incluyen estos cubiertos de base polimérica que se usan solo una vez y que en su mayoría están compuestos de polipropileno y poliestireno, dos compuestos con una muy baja reciclabilidad.

La iniciativa del gobierno peruano, pioneros en desincentivar todos los utensilios de plástico de un solo uso en la región sudamericana, generó una gran aceptación en la población peruana, en los medios, y en las empresas que vieron en esta legislación, una oportunidad para crear negocios que cubran esta demanda. De allí empezaron a crecer los negocios que ofrecían cubiertos, utensilios de aseo y vajilla hechos a base de madera de bambú, fécula de maíz y otros materiales, que a pesar de la mayoría ser también de un solo uso, se degradan más rápido y pueden algunos ser compostables.
Alexandra Huachaca, Gerente Comercial de Ecopack Perú, empresa que apoyó en la investigación para crear la ley, comenta que el camino de sensibilización al público fue muy difícil en sus inicios. Ellos operan hace 7 años ofreciendo descartables a base de fibras naturales y cuando no había normativa, muchas empresas no aceptaban su propuesta porque no veían algún beneficio económico o de imagen en optar por la sostenibilidad.
«Muchas veces si algo no viene normado, no te prestan atención. Con esta ley pudimos llegar a más personas y ofrecerles más opciones» señala.
Delivery sin plásticos
La pandemia ha incrementado la demanda del servicio de delivery, y con ello la necesidad de las personas de priorizar la sanitización de los utensilios. Los cubiertos y vajillas de plástico se vislumbraron como una opción barata y accesible que muchos negocios decidieron optar.
No obstante, las aplicaciones para delivery más populares ofrecen la oportunidad de no añadir cubiertos de plástico al pedido, sin embargo, el desafío va más allá.

El gran reto es conseguir costos competitivos que permitan a las opciones sostenibles abarcar una cuota mayor del mercado. En Perú, un millar de los cubiertos plásticos se vende entre 4 USD hasta 20 USD, mientras que las opciones de bambú rondan los 30 USD, y el costo de los cubiertos de fécula de maíz se acerca a los 35 USD por millar.
«Los empresarios buscan abaratar sus costos e introducir estos productos genera un coste mayor. Más que trabajar con ellos es trabajar con los consumidores, al sensibilizarlos, es el mismo cliente el que va a demandar que un negocio se sume a procedimientos ecológicos. Mientras que el restaurante gana más presencia y un valor agregado distinto. Hace unos años las pollerías, los restaurantes nos decían que no, pero luego de un tiempo, ellos volvían para pedir nuestros productos, porque eso les exigían sus clientes» cuenta Huachaca.
Una industria regional de cubiertos de bambú
Los cubiertos de bambú o fécula de maíz son importados en su mayoría desde China, India y Estados Unidos, países que cuentan con industrias que tienen procesos certificados que garantizan la calidad y sostenibilidad.
Pablo Jácome, coordinador regional de la Organización Internacional del Bambú y el Ratán (INBAR, en inglés) señala que existe un gran potencial para el cultivo de bambú en Latinoamérica. Los tallos de esta planta son de fácil crecimiento en distintos ecosistemas, y podrían ser una alternativa de reforestación en zonas afectadas por actividades extractivas.
En ese margen, hablar de una industria de producción y manufactura local a mediano plazo no es una idea descabellada. “Se puede desarrollar una industria porque tenemos la materia prima. Lo importante es que existan políticas que puedan incentivar a que los inversionistas realicen estas actividades” comenta.
Ambos entrevistados coinciden que algunas opciones de bambú que se ofertan en el mercado deberían verse con cautela, pues muchas de ellas son mezcla de polietileno con partes de fibras naturales. Así pueden venderse como productos ecoamigables sin que haya un estándar o una institución que verifique que los productos realmente lo sean. Estos productos al descomponer su parte natural, se transforman en micro plásticos que percuden los ecosistemas con la misma proporción que un producto de plástico.
Entonces la alternativa es clara: no solo basta con una ley que desincentive los productos plásticos o aumente los impuestos a su uso, sino políticas más agresivas que promuevan certificaciones y que faciliten la importación o la generación de una industria local y sobre todo iniciativas políticas que vayan en sintonía con las tendencias globales y no con intereses particulares.
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