La generación de biogas a partir de desechos orgánicos es una alternativa con mucho potencial en países con una gran industria agropecuaria.
¿Cómo incentivar un continente más sostenible? Muchas iniciativas de economía circular apuntan al potencial de reaprovechar los residuos que generamos. Sobre todo, en uno de los sectores que más impacto tienen en el cambio climático: la ganadería.
Y es que reaprovechar los desechos orgánicos del ganado para generar energía es una idea muy funcional en países desarrollados. El proceso biológico por el cual las fecas de los animales terminan produciendo un biocombustible de metano, permite desarrollar un potencial enorme si se cuenta con la infraestructura y financiamiento adecuado. Por ello, dos empresas de los países con más presencia ganadera nos cuentan cuál es el crecimiento de esta industria en su economía nacional.
Argentina: ¿Cómo repotenciar la Bioeconomía?
Argentina es un país con gran presencia agropecuaria. En 2017, la bioeconomía aportó un 16% al PBI nacional con $ 86 695 millones. A pesar que en los últimos 5 años hubo un 5% de crecimiento constante en este sector, la generación de biogás solo aportó 40 millones de dólares. El Ingeniero Agrícola Ezequiel Weibel, socio de BGA Energía Sustentable, señala que existe un enorme potencial para que el subsector del biogás crezca, siempre que existan las condiciones de mercado idóneas. Y solo llegará con políticas más enfocadas en la bioenergía e incentivos a su producción.

Esta empresa, encargada de gestionar proyectos de biogás, empezó a operar desde 2012, para responder a las necesidades del sector ganadero. “Vimos que la gestión de guano tenía un gran costo y era complejo de manejar para los granjeros. Allí encontramos la oportunidad de hacer negocio” señala Weibel.
En Argentina algunos proyectos de generación de bioenergía pueden ser parte del sistema de distribución eléctrica si superan los 500 kw de potencia. Esto incentiva a que grandes productores, con un aproximado de 3 mil cabezas de ganado, puedan establecer su planta de biogás. BGA se ha posicionado en la construcción de algunos de estos proyectos de gran envergadura.
Sin embargo, el problema es que con esto se deja “fuera de la mesa” a gran parte de medianos y pequeños ganaderos. A quienes los números para la construcción de una planta de biogás no les son atractivos. Y es que la inversión es muy alta (incluso para una planta de autoconsumo) con lo que los proyectos terminan estancados o no se realizan.
Weibel enfatiza que faltan mecanismos para poder dinamizar a este segmento de la industria, y que se incluyan también proyectos con menor potencia en las estrategias nacionales energéticas. Pues al conseguirlo, se lograría reaprovechar los residuos generados por este subsector, que conforma un porcentaje importante en este país.
Desde BGA confían que las oportunidades de mercado a favor de la bioenergía crezcan con los incentivos adecuados. El ing. Weibel comenta que las oportunidades están allí, solo faltaría el impulso correcto. “El retorno de inversión es a largo plazo, pero el beneficio se percibe en la energía que generas y el saber que creas un medio ambiente más habitable”, finaliza.
México: Un potencial que necesita despegar
“Estamos entre el 5to y 6to lugar en producción de proteína porcina, bovina o avícola de América. Hay muchas plantas de biogás instaladas a lo largo de todo el territorio. Sin embargo, el mercado no está muy desarrollado porque muchas de estas plantas no tienen la suficiente innovación tecnológica. Al tener esta limitante, su operación y mantenimiento son muy costosos para tener el rendimiento que les permita ser proyectos rentables” señala Jahir Mojica, Director General de la consultora SUEMA y miembro fundador del Consejo Nacional de Biogás.
Y es que, a diferencia de Argentina, no existe la oportunidad rentable para construir biodigestores y contribuir a la matriz eléctrica nacional. En México la dependencia de hidrocarburos para generar energía aun tiene una gran huella. “Tenemos un subsidio al precio de la electricidad, lo que no permite que haya la necesidad de mercado que mire al sector de energías renovables”, apunta el empresario.
Mojica indica que desde el Consejo Nacional de Biogás trabajan para promover normas que incentiven las energías renovables. Y que además se pueda reducir el número de plantas de biogás que acaban cerrando por las barreras de mantenimiento y operación.

Por ello, este empresario vio un potencial enorme en generar bioenergía con residuos orgánicos de origen urbano. Con su equipo trabajaron en algunas plantas a pequeña escala para abarcar este segmento tan olvidado. Él señala que, de todos los residuos orgánicos, menos del 10% es gestionado. La mayoría sirve para hacer compost y el porcentaje que se transforma en biogás es minúsculo.
“Son más de 4 millones de toneladas al año en residuos urbanos y el 60% es orgánico. Es un mercado que no está atendido. Vemos una oportunidad de negocio enorme e, incluso si nos agrupamos con las demás empresas, no nos daríamos abasto”.
Sin embargo, las barreras de este segmento también configuraron nuevos retos. Así identificó que podría existir la oportunidad de gestionar proyectos de bioenergía con financiamiento municipal o fondos privados.
Y es que Mojica señala que el costo por tonelada de residuos enviada al relleno sanitario es alrededor de 25 USD. Esto lo asume el municipio de cada localidad, con la recaudación tributaria. Sin embargo, esa cantidad podría pagar parte de las operaciones de proyectos de reaprovechamiento de residuos.
Lamentablemente, no existe aún las oportunidades de financiamiento necesarios para gestionar plantas que logren realizarlo. Y en consecuencia le resulta más barato a la municipalidad pagar este precio por disponerlos en un basural.
“Hay 15 empresas como nosotros, que tenemos la capacidad de desarrollar plantas, pero no el capital ni las garantías financieras. Si las bancas del estado tuvieran fondos necesarios para darnos estas garantías, se promoverían un montón de proyectos que están estancados por falta de financiamiento” enfatiza.
Por el momento, el foco de las políticas públicas en México apunta a estrategias para el reaprovechamiento de plásticos o residuos electrónicos. Sin embargo, Mojica confía que la experiencia vista en otros países pueda servir para inspirar normas locales. Como por ejemplo la prohibición de arrojar residuos orgánicos a rellenos sanitarios.
O también incentivar un mercado de consumo de productos orgánicos, que para su producción han tenido que tener un correcto cuidado en la generación de residuos, como ser fertilizados con compost o generar biogás con su waste.
“Si logramos que los proyectos de biogás se vean más atractivos para las empresas, las compañías tendrían un retorno de inversión en su valor de marca que quizás no lo habían considerado. Las empresas -sobre todo las medianas que tienen la posibilidad de pagarlo- tienen que entender el beneficio de marca que les daría estar asociados a energías renovables” finaliza Jahir Mojica.
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Jahir Mojica, Director General – SUEMA